La poda de la vid es la práctica que realizan los viticultores para reducir la parte vegetativa de la planta con el objetivo de limitar su crecimiento natural y mejorar el rendimiento y la calidad de las uvas.
La vid es una planta arbórea, trepadora, de crecimiento ilimitado, por lo que hay que controlarla. Por esta causa se hace necesaria la técnica de la poda para poder dar forma al viñedo y favorecer un correcto desarrollo de la vegetación en general y del fruto en particular
Además de la poda de invierno o principal, dependiendo de las zonas y el tipo de explotación se pueden hacer varias podas a lo largo de todo el año, como por ejemplo la poda en verde primaveral. La poda es una de las operaciones más importantes para la obtención posterior de unas uvas sanas, maduras, y sobre todo de calidad, para hacer buen vino.
En su estado natural la vid es una liana trepadora cuyas ramas, llamados sarmientos, pueden alcanzar hasta 30 metros de longitud. Sólo prosperan las yemas situadas en los extremos porque reciben más savia, y las yemas situadas más cerca del tronco no brotan
La producción de frutos no guarda proporción con el desarrollo frondoso de la vid. Si bien produce numerosos racimos, las uvas tienen un tamaño reducido y maduran dificilmente por lo que su calidad es muy deficiente.
El objetivo de la poda consiste en reducir el número y la longitud de los sarmientos para que la vid produzca menos racimos, pero de más grosor y más calidad. La poda alarga la vida de la vid y asegura la cosecha de un año para otro. Permite también adaptar el tamaño de la planta al espacio donde se cultiva para facilitar las tareas del viticultor.